En estos tiempos, la competitividad es clave para la supervivencia y prosperidad de las empresas. La tecnología, aunque ha avanzado a pasos agigantados, y los componentes electrónicos son cada vez más eficientes y pequeños, y en su calidad de “cerebro” de las máquinas de producción, son elementos críticos que no podemos darnos el lujo de dejarlos expuestos a condiciones que afectan la calidad de la energía en el ambiente industrial.
Las fallas recurrentes en elementos electrónicos restan competitividad a las empresas al causar tiempos muertos y a veces elevados costos de mantenimiento y reparaciones.